El síndrome cara de máscara o la animia: ¿en qué consiste?

2022-05-29 02:53:18 By : Mr. VINCE TANG

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Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

La animia o hipomimia describe un problema motor que impide a la persona expresar emociones con el rostro. Es una característica habitual en pacientes con la enfermedad de Parkinson. Esta característica les dificulta por completo la gestualidad emocional que armoniza toda interacción y comunicación. Los rostros enmascarados, como se les conoce, son típicos también en otras afecciones.

La esquizofrenia catatónica o la depresión mayor pueden cursar con este rasgo tan llamativo. De hecho, muchas veces podemos malinterpretar la expresión de una persona y tacharla de ruda, insensible o fría, sin saber que padece esa alteración en los músculos faciales. Asimismo, aunque no se conocen del todo los mecanismos que producen esta condición, lo que sí es evidente es el malestar que genera.

Por ejemplo, alguien con párkinson sí siente alegría, tristeza, sorpresa o asco, pero no lo demuestra con su cara. Es más, existe prosodia afectiva (su voz y entonación sí revelan su estado emocional), sin embargo, su gestualidad es la misma que la de una figura de piedra. Esto genera una elevada angustia en quien lo sufre.

La animia es también como cara de Póker, cara de piedra o cara enmascarada.

La animia es un trastorno de la comunicación que impide el poder expresar gestos motores correctos. Aparece en mayor grado en pacientes con párkinson, enfermedad que, como bien sabemos, se le añaden otros problemas neurodegenerativos.

Pensemos lo que supone vivir sin que nuestra cara pueda expresar a nuestra pareja, hijos, amigos o compañeros de trabajo aquello que sentimos. La risa nunca más parecerá sincera. El gesto se queda congelado en un mohín de extrañeza o incluso de hosquedad. Cuesta reconocerse al espejo y cuesta más asumir que eso puede condicionar la vida de múltiples maneras.

La animia o el síndrome de la máscara suele ser devastador. Michael J. Fox fue diagnosticado de párkinson a los 29 años, y algo que sabía es que de manera lenta y gradual iría perdiendo la mímica. Nada puede ser tan traumático para un actor como no poder gestualizar y expresar ninguna emoción con el rostro.

Por otro lado, el impacto de esta alteración en los músculos faciales no se procesa de manera problemática en quien sufre esquizofrenia catatónica. Tampoco en quien padece una depresión mayor. En este caso, no hay una autopercepción o conciencia de esa nula gestualidad facial. Pesa más la agitación mental y el sufrimiento psicológico.

La animia aparece de forma lenta y progresiva en el paciente con párkinson. A medida que avanza y se hace más visible, lo que se aprecia son unos ojos más abiertos y movimientos anormales. La expresión aparece siempre seria, marcada por una rigidez casi gomosa de los músculos faciales. Además, se acompaña de bradicinesia (lentitud para desarrollar cualquier movimiento).

Cuesta demostrar tanto emociones de valencia positiva como negativa. Algo tan básico como sonreír o levantar las cejas, deja poco a poco de ser posible. Además, en etapas más avanzadas de la enfermedad, aparecen otras alteraciones. La hipomimia puede derivar también problemas de deglución y finalmente hasta en la comunicación.  

Asimismo, si bien es cierto que en las primeras etapas la persona no tiene problemas para sentir y reconocer emociones, en las fases más severas del párkinson les cuesta discriminar qué sienten los demás a través de las expresiones faciales. Esto podría explicarse por el declive cognitivo que suele acompañar a este trastorno neurodegenerativo del sistema nervioso.

En la actualidad, se desconoce qué origina este trastorno motor de la comunicación. Una investigación del servicio de Neurología del Hospital Universitario Quirón (Madrid) indica una hipótesis. En el caso del párkinson, la animia surge como resultado de la muerte gradual de esa región del cerebro que es la sustancia negra.

Estas neuronas son encargadas de producir dopamina, un neurotransmisor implicado en el movimiento. Lo más llamativo, y también esperanzador, es que el problema de la inexpresividad facial, así como los temblores, pueden reducirse con el tratamiento que se usa en esta enfermedad: la levodopa.

La animia nunca aparece sola. Estamos ante un trastorno que surge en el 70 % de los casos en pacientes con la enfermedad de Parkinson. Por tanto, el enfoque terapéutico será multidisciplinar: farmacológico con la levodopa, también la fisioterapia, la logopedia y la terapia ocupacional.

Asimismo, es indispensable el apoyo psicológico tanto para los propios pacientes como para los familiares. Es muy común que esas dificultades en la comunicación deriven en muchos casos en depresión. La persona pierde la capacidad de poder interaccionar con los suyos de manera efectiva y poco a poco esto conduce en algunos casos al aislamiento social.

El apoyo a la salud mental es tan decisivo como los tratamientos farmacológicos y las terapias ocupacionales. Al fin y al cabo, el no poder expresar emociones nos hace perder parte de esa parcela que nos convierte en humanos. En personas con capacidad para conectar entre ellas en armonía y felicidad.

Una investigación encontró que beber alcohol reduce el volumen del cerebro, incluso si esta sustancia se ingiere en pequeñas cantidades.

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

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