Medido estaba el tiempo de la bondad del sol, de la celosía que forman las estrellas”.

El 12 de diciembre de 1984, el arqueólogo norteamericano William J. Folan y su equipo, encontraron la máscara de Calakmul en la zona arqueológica homónima, en la región del Petén, en Campeche.

En primer lugar, cabe señalar que la máscara fue hallada en pedazos y posteriormente reconstruida. Junto a ella, se encontraron además, piezas de indumentaria funeraria así como los restos del cuerpo del gobernante al que pertenecieron estos objetos.

De hecho, no se encontró cráneo, solo los huesos de las piernas y pelvis, lo que permitió determinar que el gobernante fue del sexo masculino. Los arqueólogos estiman que por causas desconocidas, los restos fueron enterrados dos veces; por ello no estaban completos.

Al día de hoy, si bien se cree que la máscara de Calakmul perteneció a un gobernante de la Dinastía Kaan, se desconoce su identidad. Se estima que la pieza fue creada entre los años 660 a 750 de nuestra era; es decir hace más de 1,200 años.

Siguiendo la tradición maya, las máscaras tenían la función de acompañar a los grandes señores al inframundo. En nuestro país, hasta la fecha se han hallado unas 20 máscaras de jade y sin lugar a dudas, ésta es una de las más bellas.

La máscara de Calakmul está formada por 57 teselas o pequeñas piedras de jade verde esmeralda. Recordemos que el jade era el material esencial de las máscaras funerarias de los soberanos mayas. El jade, por su color, era símbolo de vida, fertilidad y renacimiento. Se relacionaba también con el agua, el cielo y el mar de la creación. El jade se obtenía en las riberas del río Motagua, en Guatemala.

Además, los ojos de la máscara están compuestos por obsidiana gris sobre concha nácar; las cejas son de pirita; la nariz y labios están hechos de una sola pieza de jade.

En cuanto a las orejeras, su forma de flor con cuatro pétalos representa el cosmos mesoamericano, en el que según los mayas, al inicio de los tiempos el mundo fue delimitado por cuatro lados y un centro, y en este espacio sagrado se conectan los tres niveles del universo: el celeste, el terrenal y el inframundo.

Es importante mencionar la boca abierta de la máscara; según los estudiosos, representa un gobernante vivo, con aliento, que habita el inframundo.

En la cosmogonía maya, los gobernantes tenían atributos divinos. El ajuar funerario les daba la identidad que debían portar en su paso al inframundo y esa identidad era la del dios del maíz, que resurgía asegurando el sustento de su pueblo.

Para admirar esta magnífica pieza, visita el Museo de Arquitectura Maya ubicado en el Baluarte de Nuestra Señora de la Soledad, en el centro de la ciudad de Campeche.

Si quieres saber más acerca de las partes que integran la máscara, da clic aquí.

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